Jethro Tull escapó de los rasgos más frívolos del llamado "rock sinfónico". En particular, de su
coqueteo con la música clásica y la
relación con la supuesta legitimación
que ese coqueteo le otorgaba. Un ejemplo claro es, justamente, el uso de un
instrumento propio de la tradición clásica, la flauta travesera, de una manera muy poco clásica, que la acercaba
al universo de los riffs y a una
función casi percusiva.
Y, de un modo aún más transparente, la manera en que se
acercaron al repertorio clásico. Cuando tomaron un tema proveniente de esa
tradición – la "Bourée" de la Suite en
Mi menor para laúd de Johann Sebastian
Bach – en lugar de hacer lo que hubieran hecho Keith Emerson o Rick Wakeman
(tratar de parecer clásicos) llevaron a Bach hacia su propio lenguaje. Esa "Bourée" incluida en Stand Up (1969) es no sólo un tema de Jethro Tull sino, precisamente, el
tema en el que Anderson fija su vocabulario en la flauta.
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