sábado, 23 de julio de 2011

Ayala Blanco, el hombre "que deshace el cine"...

“Yo siempre digo que lo que puede hacer un crítico es aclarar las películas oscuras y oscurecer las claras”.

Jorge Ayala Blanco
La misma escena se repite desde hace 47 años: se levanta a las 5:30 de la mañana, se pone sus lentes de contacto y antes de rasurarse, prende su computadora y se pone a teclear dos horas y media. Desayuna. Sale al CUEC a impartir "Historia del cine" y "Análisis cinematográfico". En caso de no tener que acudir a alguna función de prensa, regresa a su hogar para seguir con la investigación de sus libros. Asegura que en toda su vida ha visto alrededor de 18 mil películas.



Referencia obligada al hablar de crítica cinematográfica. Desde hace 22 años escribe su columna “Cinelunes Exquisito” para el periódico El Financiero. Ha publicado un total de 26 libros, todos ellos considerados aportes fundamentales para entender el cine nacional e internacional. Es Jorge Ayala Blanco, egresado de la carrera de Ingeniería Química en el IPN, y quien presume, a sus 69 años: “es formidable poder vivir de lo que quiero”.

El crítico de cine refiere una anécdota, “de cuando chavo”, que le marcó la pauta en lo que sería su profesión de por vida: “la gente sabia vive desde su juventud como si ya fuera jubilado. Pregúntate qué harías si ya tuvieras toda tu vida resuelta, qué harías con tu tiempo, a eso es a lo que deberías dedicarte”. Ayala Blanco, en consecuencia, se asume como jubilado desde sus 21 años.

Es, además, un hombre disciplinado gracias a lo cual se ha desarrollado en los planos de investigador y crítico de cine. Señala que la disciplina es triple, ya que “comienza desde la idea de que si llego un minuto después de que comenzó la película ya no entro a la sala, como una especie de autocastigo”. Refuerza su parecer con una clara analogía: pienso que estoy empezando el libro desde el capítulo dos”.

Efraín Huerta
Como buen crítico que es, expone algunas particularidades muy propias de quienes se desempeñan en este ejercicio: “en México, a diferencia de otros países, no hay especialistas en un tipo de cine, y tenemos que ver de todo. Aunado a que no hay espacios para publicar artículos periodísticos sobre cine mexicano”.

Acerca del momento en el que se gestó en él la de idea de escribir crítica de cine, rememora: tenía 12 años y ocho meses de que descubrí un periódico que se llamaba El Fígaro, salía los domingos, donde escribían una critica cinematográfica y una cartelera completa sin formar, después supe que era escrito por Efraín Huerta”.




El también autor de Cine norteamericano de hoy, Falaces fenómenos fílmicos, A salto de imágenes, El cine: juego de estructuras, El cine invisible, El cine actual, desafío y pasión y El cine actual, palabras clave, es propenso a reinterpretar y recrear, mediante su propia sensibilidad, toda película convertida a su vez en objeto de estudio. Lo que hace es “desmontarla en cada secuencia, en cada plano, para completar el ciclo biológico del espectáculo cinematográfico”.

Empero, Ayala Blanco no se encuentra exento de influencias, como es de suponerse. “Mi estilo sería un poco a imitación de los críticos de las revistas francesas.” La gente que más ha influido en él, según resalta, son Salvador Elizondo y Efraín Huerta. Antes de cumplir los 21 años de edad, Ayala Blanco ya escribía sus reseñas para el suplemento “México en la cultura” del periódico Novedades, publicación que dominaba la mafia de Fernando Benítez.

José Emilio Pacheco
Posteriormente, gracias a la amistad trabada con José Emilio Pacheco, entraría a trabajar “en el suplemento de la mafia “La cultura en México”, del semanario Siempre!, permaneciendo ahí 17 años”. Dejaría la publicación con la salida de Carlos Monsiváis en la dirección de la revista. Para cuando llega al diario El Financiero los lunes escribía de cine extranjero “con un lenguaje más conceptual” y los miércoles escribía “con otro tipo de lenguaje que era para hablar de películas mexicanas”. Eran los “Cine lunes exquisitos” y los “Cine miércoles populares”.

Arturo Ripstein
Anécdotas que marcan: corría el sexenio de Carlos Salinas, cuando el director de cine Arturo Ripstein interpuso en 1991 una demanda judicial por difamación contra Ayala Blanco por una reseña negativa a su película Mentiras piadosas (1988). El cineasta mexicano exigía 20 millones de pesos porque el texto de Ayala Blanco lo había dejado sin empleo.

El profesor del CUEC dijo que la cinta era un “agrio y airado desprecio clasista”, “suicidas caprichos creadores”, “pataleta pírrica”, “racismo omnímodo”. Para Ayala Blanco, Rispstein filmó “las más tediosas películas del cine nacional”. Al final, la demanda no prosperó.

“Imagínate el poder que puede tener un crítico de cine. En ese momento me convertí en el desempleador de cineastas. Por eso me llevaron a los tribunales, por daños morales y patrimoniales, ya que lo dejé sin trabajar dos años. Ese es el grado de odio que uno puede generar al escribir críticas de cine con un lenguaje abstruso. Lo que ocurrió con todo esto es que me estaban pasando la cuenta por escribir 30 años crítica de cine por la libre”.



Acerca del eternamente denominado “Nuevo Cine Mexicano” apuntala lo siguiente: “El verdadero cine mexicano es el que compras con el pirata de 10 o 15 pesos”. Expone claramente su desencanto acerca de esta trillada fórmula sexenal. Ninguna de las películas que se hacen actualmente recupera su inversión. “Ya no existe el cine mexicano popular”.

Curiosamente, a este crítico, investigador y profesor se le otorgó la Medalla Salvador Toscano el 7 de mayo pasado. Fiel a su costumbre, a contracorriente, señaló sentirse orgulloso del citado reconocimiento porque es la primera vez que se lo dan a un hombre “que no hace cine sino lo deshace”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario