"En aquellos días no entendíamos cómo
separar la potencia lo suficiente entre el sonido y las luces", explica el
ex roadie de Pink Floyd, Mick Kluczynski.
"Fue el primer espectáculo que un
grupo había hecho con un equipo de iluminación que era lo suficientemente
potente como para marcar la diferencia. Así que tuvimos esta maravillosa
situación en la que los asistentes estaban dentro del auditorio. Los ingenieros
de sonido, Bill Kelsey y Dave Martin, se gritaban el uno al otro, a cada lado
del escenario, frente a la multitud, discutiendo".
Para no desanimarse, Floyd continuó su gira
hasta febrero, tocando “Dark Side of The Moon” en su naciente etapa. "Fue
una excelente manera de desarrollar un disco", dice Mason. "Realmente
te familiarizas con él; te aprendes las piezas que te gustan y las que no. Es bastante
interesante para el público escuchar una pieza desarrollada".
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