Crumb no tenía paciencia con gran parte de la
música que lo rodeaba en San Francisco o en otros lugares a fines de la década
de 1960. Una blasfemia para cualquiera que se preocupa
por toda la gran música creada en esos días, la edad de oro del rock y la
música psicodélica. Pero Crumb vino de otra época, mentalmente, y para él esta
música era el comercialismo personificado en comparación con la música de raíz
de los años 20 y 30:
“No tenía paciencia para nada de esa
música pop psicodélica o basura que vino en los años 60: The Grateful Dead, Jim
Morrison, The Doors, The Beatles, Bob Dylan. Tenía poco o ningún interés en
nada de eso. Pensé que había encontrado algo de música que era mucho más real,
que venía del corazón de la cultura de la gente pero que había sido borrada por
los medios de comunicación y el comercialismo”.
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