jueves, 30 de junio de 2011

Estrenar zapatos con Bowie cerca...

"Rebel, Rebel" (1974) David Bowie daba carpetazo a su etapa glam con su canción más glam, escrita originalmente para un musical basado en Ziggy Stardust y acercándose al rock de sus admirados Rolling Stones, con un riff de guitarra que parecía robado de un sueño de Keith Richards. Para entonces Bowie ya había refinado su capacidad para reinterpretar hallazgos ajenos. Tanto  así que su amigo Mick Jagger terminaría diciendo: "nunca estrenes zapatos nuevos si David anda cerca".


Certeza


"El fin de la 
procreación 
es traer 
al mundo 
personas que 
sean más 
libres 
que nosotros".

(Nietzsche, F. Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres. Tomo I. Editorial AKAL. Página 282)

miércoles, 29 de junio de 2011

Un héroe de brumas y borrascas...

"Y cuando tratas de decirle /
que careces de amor para ofrecer /
te toma y te mece entre sus brazos /
dejando que el río conteste /
que siempre fuiste su amante".


El acompañante perfecto para un día de nublados, brumas y neblinas parciales como el día de hoy no puede ser otro más que el poseedor y creador de ese imaginario sentimental, de esa ambivalencia fundida con valor inalterable entre poesía y música, el mismo que a su vez se caracteriza por ser, en punto excelso, un recitador de voz grave única… Sí, el referido hombre suele hacer acto de presencia con poesía cantada. Con ejercicios prosísticos que suelen mecerme al ritmo de melodías folk únicas hasta el día de hoy. Sus canciones son, simplemente, literatura convertida en canciones. Poesía y canciones susurradas de forma feroz.

Con el paso del tiempo, nada ha podido con la estela de este hombre a su paso convertido a su vez en una especie de "neo juglar" desde aquellas tertulias literarias de los años 60. Sí, en aquella época, este gran hombre se dio tiempo para adentrarse en las tradiciones folk del momento. Terminó revisándolas y agregándoles su propia sensibilidad poética. Por supuesto, con un poco de ayuda de sus amigos Henry David Thoreau y Walt Whitman.

Este acompañante perfecto suele hacerse presente en tiempos duros, cuando hay sufrimiento, lo mismo que en momentos en que se ejerce la dialéctica del amor... Suelo rendirme ante sus himnos, los cuales pueden ir de lo sagrado a lo profano, por decir lo menos… Sí, opongo nula resistencia a estos susurros, a estas sentencias poéticas vueltos himnos.


Sí, amo y sufro con este hombre. Con este compositor e intérprete canadiense nacido en Montreal, en un lejano año de 1934. Este cantautor resiste perfectamente las embestidas del tiempo. Inevitablemente, siempre hay una fuerza invisible que me impele a tararear, silbar y canturrear las piezas de este héroe de brumas, nublados y, además, no pocos escenarios nocturnos…

Disfruto la presencia de su interminable estela a la par de nubarrones, lloviznas, brisas, abrigos, impermeables…

Sí, en días en los que prevalece este singular clima, se sufre por Leonard Cohen, se ama a Leonard Cohen…



La música total

"Cada género de música nace y se establece como una expresión adaptada de un cierto tipo de gente, de una capa social, de hombres de un cierto rango, de cierta cultura, de determinada condición económica; en suma, de una clase concreta. Un género de música mantiene con el tiempo el espíritu, las características de su nacimiento, de su rango".


(Giorgio Gaslini, La música total)



Diálogo entre un piano y una mujer ("The Piano")

Diálogo entre un piano y una mujer: "Se trata de una explosión intrépida y salvaje, sobriamente gótica, de la pulsión romántica". Así, en esos términos refirió y sintetizó la directora Jane Campion a su largometraje The Piano (Australia/Francia, 1992). La película de Campion es un anhelado proyecto, anterior incluso a su primer largometraje. Si ya de por sí era poco usual dar tanto protagonismo a la música en una película, más aún lo era que esa música se convirtiera en el diálogo de la protagonista con su entorno.

El personaje principal (Ada) es un ser harto extraño: perdió/abandonó el don de la palabra cuando infante. Convirtiendo con ello a su piano en su mejor amigo. Madre de una hija sin padre. Sale de una sociedad victoriana para enfrentar a su esposo. Se deja ser a punto tal que permite con ello afloren todos sus impulsos sexuales.



La relación que Ada ha de iniciar no tiene otro destino que el de verse convertida en una abrasadora pasión. No habrá de detenerse ante tabúes ni convencionalismos sociales de la época. ¿Por qué no? Raíces autobiográficas. Mismas que permiten al espectador interrogarse/descubrir pasado y tradiciones culturales más allá de los propios personajes de la cinta. Nueva Zelanda. Siglo antepasado. Lo más lejano a Europa en lo concerniente a costumbres. Jane Campion efectuó un gran acierto al momento de llevar el rodaje de la cinta a dichas latitudes. “Siento afinidades entre mi cinta y las pasiones que describe Emily Brontë en Cumbres Borrascosas”, ha confesado Campion.

A Campion, se le agradece, además, hacer un abordaje, una exploración intrépida, salvaje, con marcados tintes góticos, una visión muy personal de lo que ella entiende por la pulsión romántica. Fortuitamente, su visión de lo novelesco, sobre todo al momento de llevar dicho concepto a la pantalla grande, no es el mismo, convencionalmente hablando.

La fotografía de Stuart Dryburgh recrea y capta en forma por demás extraordinaria el paisaje neozelandés (la escena con la que abre la película y aquella otra en la cual Ada, la protagonista principal, se “lanza” al mar con su piano son un ejercicio iconográfico de lo más poético que haya visto en fotografía de cine). Esto, al margen de las atmósferas que se van creando para el desarrollo de escenas puntales en la cinta.

Obviamente fundamental, es el caso de la música de la película. El trabajo efectuado por Michael Nyman es excelso. Nyman, músico de cabecera de Peter Greenaway, es el responsable directo de la creación de todas las ejecuciones que Ada habrá de ejecutar en su piano. El álbum fue nominado para el premio "Golden Globe" a la Mejor Original Score.

Las composiciones de Michael Nyman para la película de Jane Campion produjeron una de las bandas sonoras más exitosas de todos los tiempos. The Piano ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes 1993, para ser galardonada un año más tarde con varios Óscar. El rol de Holly Hunter como Ada, la protagonista de la película, era el de una mujer que había elegido ser muda y comunicarse a través de su piano.

La versión desarrollada a partir de la banda sonora es la que Nyman decidió grabar para su propia edición definitiva en los estudios de Abbey Road de Londres. Ratificaciones: las piezas para piano otra vez conforman un diálogo. Sí. Sólo que en este caso el diálogo es puramente musical, entre el pianista y la orquesta, en vez de accionar como un sustituto para el habla como hacía en la película.

P.D: climas como el que privan, nuevamente, en un día como hoy son los ideales para la creación y recreación de ideas diversas. Basta con asomarse al comienzo del día y, así, sacar a flote todo cuanto permite gestar un sentimiento de esta naturaleza ante el contacto -solamente - visual de la bruma, el golpeteo de la brisa, las vaivenes del viento en contacto con la piel, la cabellera, la cara...
Si a esto le aderezamos, además, el respectivo y exacto soundtrack de caso, obtenemos un resultado excepcional. Irrepetible. Resultado de una sola vez en la vida. Tal y como acontecen las cosas en lo que va del presente día...

martes, 28 de junio de 2011

Tres razones...




"Creo que hay tres razones por las que las estrellas estadounidenses de R&B no hacen clic con los fans adolescentes británicos: uno, son viejos, dos son negros y tres son feos".

(Keith Richards, 1965)

Sigue viviendo, pero ha decidido huir…

Sólo quería asegurarse una condena mínima de un año de cárcel. Su único fin: acceder, desde las entrañas del sistema penitenciario, a la asistencia sanitaria que ya no tenía más. Este ciudadano ejemplar tuvo que recurrir a medidas extremas. El pasado 9 de junio, a eso de las 15:00 p.m, Richard James Verone, ciudadano estadounidense, a punta de una pistola inexistente, "osó" robar un dólar a la cajera de un banco en Gastonia, Carolina del Norte. Acto seguido, Verone, de 59 años de edad, optó por sentarse, tranquilamente, al interior del RBC Bank a esperar que llegara la policía.

Hasta antes de esto, Verone soportaba, desempleado, sin dinero, ni Seguridad Social que subsidiara alguna de sus dolencias, fuertes dolores de cabeza, problemas en su pie izquierdo que lo hacía cojear, la artritis que hinchaba sus nudillos, así como el síndrome del túnel, mismo que le dificulta cargar o mover cajas. En el colmo, se le descubrió una protuberancia que aparenta ser un tumor.

Acusado de hurto, Verone espera en el Gaston County Jail su cita con la corte, para el día de hoy. Con una fianza reducida de cien mil a dos mil dólares, es poco factible que el cargo lo mantenga tras las rejas más de 12 meses. Si lo liberan antes de que se cure, avisa, volverá a robar.

"Soy una persona lógica y ésta fue la idea que se me ocurrió. Si quieren llamarlo manipulación, lo es en función de una necesidad", explicó. Verone, además, ha señalado a la prensa local que le gustaría estar preso durante al menos tres años. ¿El fin?: poder solicitar los beneficios de la Seguridad Social, que en EU pueden obtenerse a partir de los 62 años, durante el resto de su vida.

Al tener que escoger entre vivir con dolor o estar preso, Verone aseguró estar "contento" con su decisión.

Verone, además, trabajó años como repartidor de Coca-Cola.
Pagó sus impuestos.
Ha sido, hasta antes del asalto, un honrado ciudadano.
Después de ser echado de la trasnacional refresquera, hace tres años, encontró empleo en un supermercado.
Lleva, además, una protuberancia en el pecho.

En este contexto, Verone empezó a barajar sus opciones.
Primero vendió sus muebles.
Después vació su cuenta hasta la última moneda.
Descartó pedir ayuda a su familia para no ser una carga.
Fue entonces cuando se le ocurrió lo que él denominó una "solución digna".

Una de las "ingratísimas" fallas en el sistema son ésta especie de pequeños "daños colaterales" a los que la gente común nos vemos sometidos al estar inmersos en esta grandísima hez fecal llamada neoliberalismo…

¿Dónde está toda esa gente que "siempre" se preocupa por el bienestar de "todos" los demás? Verone necesita(ba) tan sólo bondad, comprensión, apoyo – en todos los sentidos - que se le amara cual ser humano… Con 59 años a cuestas, este hombre es claro ejemplo de que ni amabilidad ni bondad se hicieron presentes antes en él previo a tomar una decisión tan radical, misma que, diplomáticamente, llama "solución digna".

¿Acaso él no cuenta como prójimo?... Verone no desea soluciones fantasiosas, no quiere soluciones abstractas, no necesita de maniqueísmos. Sus tristezas y agonías lo obligaron a "buscar y encontrar" una especie de "bondad obligada" en el sistema. La natural, la espontánea, la inmediata… nunca apareció. Sigue viviendo, pero ha decidido huir…

lunes, 27 de junio de 2011

Capturar el oído en total silencio...

El grupo británico Apollo 100 grabó una melodía clásica, convirtiéndola en un gran éxito en Estados Unidos en el año de1972. La pieza, titulada "Joy", fue una reversión de "Jesu, Joy of Man's Desiring", de Johann Sebastian Bach, con arreglos de Tom Parker.

Es de llamar la atención que un hombre que ha estado muerto por más de dos siglos haya escrito un éxito que alcanzaría el Top 10 en 1972: "Jesu" de Johann Sebastian Bach, "Joy of Man's Desiring" fue reimaginado en una versión de rock pop por el multiinstrumentista Tom Parker, y consiguió que una nueva generación de infantes se viese interesado en la música clásica - aun y cuando, originalmente, esa no era su idea.

Digno es de reconocerse que se necesita algo especial para capturar el oído durante tres minutos en total silencio. Durante los años 70 todavía se podía tener un gran éxito con versiones instrumentales. Esta variante de la música pop, empero, dejaría de tener presencia, paulatinamente, en el espectro radial de la época.

Parker, no obstante, daría el tratamiento de rock a otros compositores clásicos bien conocidos, tales como Chopin, Grieg, Beethoven y Mendelssohn. Para su desgracia, ya sin el éxito de antaño en las listas. Falto de una identidad musical lo mismo que de capacidad para soportar las giras, el grupo terminó disolviéndose.

Curiosamente, Tom Parker pasaría el resto de su vida siendo confundido con el manager de Elvis.


Untitled...


El disco de 1970 de The Byrds acabó siendo publicado como Untitled (Sin título), después de que el grupo comentara a su compañía discográfica, Columbia Records, que todavía no habían encontrado título para el álbum y sus responsables lo tomaran como algo definitivo...









Tomarse en serio...


"Siempre me sorprende 
que la gente 
tome en serio 
lo que digo.

Ni siquiera 
tomo 
lo que soy 
en serio."

(David Bowie)

Agua...

Todo el día vi caer
el agua

(que sigue
cayendo

a la luz de
la luna)


Siempre es lo mismo...

(…) Seremos la olvidada camisa
O la cucharita para mover el café
Entre cuatro paredes y una cortina rota
Ahora estás y no estás pero da lo mismo
Porque siempre es lo mismo… 

(Ileana Garma)


domingo, 26 de junio de 2011

Rain (plus)...

Esta lluvia
la lluvia de hoy
en día domingo
ha resultado bastante
más que útil

(la mañana
del día de hoy,
por ejemplo,
me transporto a
una especie de
estación inconclusa
desde la cual
navegué y navegué
sobre mis
propias
y nuevas historias
en todas sus dimensiones).


Para cuando mi regreso...
dejé de sentirme inútil
gracias a estas lluvias
que me ayudan a salir
de una historia petrificada...

Salgo, entonces,
a la calle
me siento más allá
de la verdad
como un instinto leve
como quien busca
asirse a una
palabra retorcida,
agónica,
inútil...


Así, entonces,
habrá -aunque sea brevemente-
una tregua
en estas (siempre)
dolorosas cavernas...

Triángulo extraño...


"Nos divertimos, 
los chavos se divierten, 
los policías se divierten, 
es un triángulo extraño". 

(Jim Morrison / The Doors, 1969)


sábado, 25 de junio de 2011

Romper el hielo...





"Aquí estamos. Ahora, entreténganos", era lo que Kurt Cobain solía decir cada vez que entraba en una fiesta con la finalidad de romper el hielo.

viernes, 24 de junio de 2011

Y si te aburres...

En 1969, la poeta argentina Alejandra Pizarnik le escribió una carta a su amiga Monique Altschul, quien venía a México: "Y si te aburres por no conocer a gente grata y amable, andá a ver a mi amiga la cuentista Amparo Dávila." Muy lejos estaba Pizarnik de saber que su querida amiga sería considerada como una de las más grandes cuentistas de nuestros tiempos… 



jueves, 23 de junio de 2011

"Viejo con árbol", de Fontanarrosa

"Viejo con árbol",
un cuento de Roberto "Negro" Fontanarrosa



"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"
Roberto Fontanarrosa


A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal. Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo.

Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba al complejo para ver los partidos de la Liga. Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado en que lo vieron junto al lateral ya pasaron a considerarlo hinchada propia. Porque el viejo bien podía ir a ver los otros dos partidos que se jugaban a la misma hora en las canchas de al lado, pero se quedaba ahí, debajo del árbol, siguiéndolos a ellos.

Era el único hincha legítimo que tenían, al margen de algunos pibes chiquitos; el hijo de Norberto, los dos de Gaona, el sobrino del Mosca, que desembarcaban en el predio con las mayores y corrían a meterse entre los cañaverales apenas bajaban de los autos.

—Ojo con la vía alertaba siempre Jorge mientras se cambiaban.

—No pasan trenes, casi tranquilizaba Norberto. Y era verdad, o pasaba uno cada muerte de obispo, lentamente y metiendo ruido.

¿No vino la hinchada? Preguntaban todos al llegar nomás, buscando al viejo. ¿No vino la barra brava?

Y se reían. Pero el viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, con un cierto refinamiento en su postura erguida, la mano derecha en alto sosteniendo la radio minúscula, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.

—La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá, bromeó alguno.

—Por ahí es amigo del referí —dijo otro. Pero sabían que el viejo hinchaba para ellos de alguna manera, moderadamente, porque lo habían visto aplaudir un par de partidos atrás, cuando le ganaron a Olimpia Seniors.

Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Soda cuando decidió dejarle su lugar a Eduardo, que estaba de suplente, al sentir que no daba más por el calor. Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel, a unos metros, mirando el partido. Cuando Eduardo entró a la cancha —casi a desgano, aprovechando para desperezarse— cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referí, el Soda se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.


El Soda pudo apreciar entonces que tendría unos setenta años, era flaquito, bastante alto, pulcro y con sombra de barba. Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.

— "¿Está escuchando a Central-Córdoba, maestro?" —medio le gritó el Soda cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.

—"No", sonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatado. "Música", dijo después, mirándolo de nuevo.

"¿Algún tanguito?" —probó el Soda.

—"Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora."

El Soda frunció el entrecejo. Ya tenía una buena anécdota para contarles a los muchachos y la cosa venía lo suficientemente interesante como para continuarla. Se levantó resoplando, se bajó las medias y caminó despacio hasta pararse al lado del viejo.

—"Pero le gusta el fútbol" —le dijo—. "Por lo que veo."

El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.

—"Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte" —dictaminó después—. Muy emparentado."

El Soda lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.

—"Mire, usted, nuestro arquero" —efectivamente el viejo señaló a De León, que estudiaba el partido desde su arco, "las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra—. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales" —se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba—. "Bueno... Eso, eso es la escultura..."

El Soda adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.


—"Vea usted" —el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner— "el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, amarillo cadmio y una veladura naranja por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y Siena de los mulos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura."

Aún estaba el Soda con los ojos entrecerrados cuando al viejo arreció.

—"Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza..."

El Soda procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por De León.

—"Y escuche usted, escuche usted..." —lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido—"... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, los alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música..."

El Soda aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, luego del partido, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.

—"Y vea usted a ese delantero..." —señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado—"... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro."

El Soda se tomó la cabeza.

— "¿Qué cobró?" —balbuceó indignado.

"¿Cobró penal?" —abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha—. "¿Qué cobrás?" —gritó después, desaforado—. "¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?"

El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.

"... ¿Y eso?" —se atrevió a preguntarle el Soda, señalándolo.

—"Y eso..." —vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra—"...Eso es el fútbol."



Saber nada de...

"Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol".

Eduardo Sacheri, escritor argentino.

miércoles, 22 de junio de 2011

Mods

Días en los que se produjeron grandes discos. Grandes éxitos. Momentos memorables en los que se abría el Melody Maker. Se podía dar vueltas y vueltas por los clubs de música. Pasear por las calles. Lo mejor: se tenía acceso a toneladas y toneladas de buen ruido por siete chelines y seis peniques (precio de un single en aquellos días) Sí, días en que el rock inglés fue mejor de lo que nunca antes. Vida elegante. Vida fácil… pero efímera.

Principios de la década de los 60. Aparecen los Mods. Para 1964 alcanzarían su cenit. Eran una especie de reacción en contra de los Teddy Boys en los 50. Para algunos, los Mods eran un nuevo paso en la decadencia de la época. Era este, a pesar de todo, el ambiente propicio para gestar, desarrollar, anclar una nueva propuesta para un buen rock.

Pulcros y delicados, siempre montados en sus motos, los Mods manifestaban una preocupación obsesiva por la ropa que vestían. Eso era una prioridad. Todo el dinero que pudiesen conseguir se encauzaba directamente al guardarropa. Para 1962-1963 terminaron por “crear” Carnaby Street.

En esos años, considerados de abundancia (1964-1965), se llegó a creer que nunca más se tendría que volver a trabajar en la vida. Solamente había que ocuparse de sentirse libre, de perder el tiempo, de comprar ropa nueva, de hablar y hablar con los amigos…

El mundo de los Mods es estrictamente masculino. Los integrantes de esta tribu solían bailar solos, además de ser muy propensos a sumergirse en sueños de claros matices narcisistas. Solían bailar solos en los clubes de la época. Gustaban de posar y hacer gestos frente al espejo como nadie nunca antes. Seguramente hacían fila para mirarse frente al espejo. Paulatinamente, el Mod terminó haciéndose más frío, tenso, obsesivo… Algo no andaba bien con sus anfetaminas, o…

En días festivos del año de 1964, los Mods solían dirigirse a las playas de la costa del sur: Hastings, Margate o Brighton. No iban solos. Mucho menos a deleitarse con la brisa marina. Lejos de esto, los Mods buscaban hacer su catarsis muy a su manera. Buscaban a sus némesis: los Rockers, declarados enemigos naturales. Se odiaban profundamente.

Una vez que se encontraban, ambos bandos, se enfrascaban en una batalla de tres días seguidos. Destrozaban y saqueaban. Vagabundeaban en pandillas. Los Mods pensaban que los Rockers eran unos estúpidos. Los Rockers, a su vez, pensaban que los Mods no eran otra cosa que unos chulos.

Provocar. Silbar. Tragar anfetaminas. Correr de un lado para otro. Ningún tipo de control. Ningún límite. Primera y única vez en que se estaba ante un escenario así en la vida.

Entonces aparecería el “himno” para esta tribu, para esta generación. Pete Townshend se puso en los zapatos de esos chavos, de esos adolescentes. Encarnó al prototipo del Mod de Sheperd´s Bush. Townshend crearía una lírica en la que se abordaban temáticas relacionadas con problemas, depresiones e inseguridades propias del Mod. Agresividad. Desconcierto. Confusión. Distanciamiento… Cabía toda la actitud del Mod en la divertida y siempre lista imaginación del Townshend letrista.

Cuando, un día, terminó todo esto, los Mods acabaron aburridos de ponerse guapos. Ya no volvieron a encontrarse jamás en su entusiasmo original. Sin saber cómo, se dispersaron. La visión del nirvana que alguna vez alcanzaron ya no era más asequible…

Empero, queda la constancia de que los Mods realmente estaban muy por encima de un gran universo musical plagado de excelsas ideas musicales. Caso concreto: en “My generation” los Mods trataban de justificarse a sí mismo, que quiere replicar a todos aquellos que lo desprecian, pero que ha tomado demasiadas píldoras y que le cuesta bastante concentrarse… Simplemente balbucea. El hartazgo y la desesperación le impiden contestar sus por qué. Se le complica la articulación de palabras. Entre más se lo propone más y más tartamudea…

martes, 21 de junio de 2011

La anacronía “espectral” de Mazzy Star...

“Quiero mantener la mano
Dentro de ti
Quiero respirar
La verdad
Te miro y
Nada veo
Te miro
Para ver la verdad”.

Fade into you



Hipersensibilidad sonora propuesta a partir de evidentes influencias: Joni Mitchell, Neil Young, Bob Dylan, Gram Parsons, Velvet Underground, The Doors… Todo este gran aglomerado de ideas e influencias aterrizan, se concretan en un sonido fuertemente introspectivo: el folk-pop (nocturno) de Mazzy Star.

Formado a finales de los años 80, Mazzy Star tendría una sui generis mancuerna creativa en dos de sus integrantes: David Roback, guitarrista y cerebro musical, así como la vocalista Hope Sandoval. Cada cual haría su parte en lo tocante a agregados, de no poco valor, en lo musical y letrístico.

Hecha una realidad la banda, Hope declararía, con el fin de despejar el escenario: “No nos interesa sonar como nadie ni que nadie suene como nosotros. No somos pioneros ni continuadores de nada”.

Música oculta. Personajes, igualmente, ocultos. Es Mazzy Star vuelta, hecha, convertida en un enigma. Empero, Roback agregaría también algunas precisiones en torno a este nuevo sonido tan personal, tan melancólico de/en esta banda: “No hacemos música para que nos entiendan o nos malinterpreten. Nuestras canciones son sólo para sentirlas. Nos gusta confiar en la imaginación de la gente”.


A partir de la primera, las producciones de Mazy Star parecen llegar de alguna otra parte, sin saberse específicamente de cuál. Su sonido, sus letras, se desplazan en una especie de atemporalidad o anacronía “espectral”. Participar como escucha de las producciones de esta banda es acceder, entrar en una especie de “lógica” en la que todas ellas tienen un fuerte parecido, un fuerte lazo que, paradójicamente, las hace seguir siendo las mismas, igual de reconocibles… Este toque tan sui generis es propio de la atmósfera generada por Mazzy Star al momento de brindar su toque contando, narrando, musicalizando historias.

Sus producciones despliegan, manifiestan una constante tripartita en todo momento: son gloriosas, modernas, clásicas. De principio a fin, este triunvirato permea con exquisita constancia. Deleitémonos con estas ideas rebosantes, con estas melodías suntuosas, con sus ricas texturas… El resultado es un tour con vaivenes constantes, mismo que nos garantiza transportarnos a neo dimensiones plagadas de sueños aterciopelados.

Además de reivindicar al género, Mazzy Star encarna y recrea un lado obscuro de la psicodelia desde el que termina arrojando nueva vida. Para algunos pocos, incluido quien esto escribe, la propuesta musical representa un soundtrack exquisito, ideal para acompañarnos y deleitarnos infinitamente, tanto en días lluviosos de otoño, como en un clima de invernal depresión.


Sonido. Potencia. Actitud. Dulzura enigmática. Tonos depresivos anclados en una neo dimensión de perdurable rock lisérgico. Los nativos de San Francisco tomarían como parámetros y referentes los tañidos de evocantes guitarras acústicas, con no pocos precisos slides ejercidos magistralmente por Roback. Si algo faltase, se tiene el complemento absolutamente ideal: la iconografía clásica de la chica de la pandereta, quien habría de rematarnos no pocas veces con su ensoñadora voz.

Roback y Hope encarnan una agrupación en la que quedó perfectamente en claro desde un principio la convicción, el enamoramiento de/hacia su música, manifestándose perfectamente mediante ella.


Así es, erase una vez una banda de San Francisco, California, que, sin ser esa su intención original, terminaría revitalizando el lado oscuro de la psicodelia mediante excelsos pasajes melódicos y, asimismo, no pocas melodías electroacústicas con un magnífico sabor a folk-pop (nocturno)…






Paralelamente, Mazzy Star nos recuerda cuán vigentes siguen The Doors, Neil Young, Velvet Underground, Dylan… Su voluntario y eterno soslayo del mainstream daría pauta a un sonido clásico, a un romanticismo místico, sin decepciones creativas. Su halo misteriosamente acogedor aun sigue presente…



lunes, 20 de junio de 2011

Práctica lectura-escritura-relectura-reescritura....

El ejercicio, la práctica de la lectura puede ser considerada, hasta cierto punto, normal. La práctica, el ejercicio de escribir, en cambio, podría resultar algo extraño. Empero, una y otra se encuentran más que relacionadas.

Se puede afirmar que el ejercicio de la escritura es efectuar la práctica de la lectura. Se escribe para leer lo escrito, revisarlo, refutarlo y, más tarde que nunca, volver a escribirlo. Reescribirlo, en una palabra. Así, hasta que se admita algo en una nueva relectura.

Reescritura. Relectura. Ambas constituyen, ¿por qué no?, la parte más potente y placentera de la lectura. Alguien, alguna vez aplicó la siguiente metáfora: proyectar la idea de literatura como una especie de inmersión en un lago helado. Para cuando se tenga algo en lo que se haya de trabajar, con el fin de mejorarlo, se tendrá entonces la parte cálida del asunto.

La relectura y reescritura per se implican mayor excentricidad, elocuencia, profundidad, claridad… Es el ejercicio de asir, de aprehender la materia prima más cerca de lo que, se cree, el texto final debe de ser.

El primer rastro de palabras suele llevar a una inevitable continuación. Llega, entonces, la relectura. La insatisfacción hibridada con gusto a un mismo tiempo. A pesar de todo, una porción de placer se gesta con esas letras.

Ejercer la licencia de inventar, saltar, volar, caer, es, a fin de cuentas, el ejercicio/práctica de la escritura misma. En el camino se habrá de encontrar un "estilo propio". El punto en el que se exige, sí, aunque sin hacer demasiados altos en el camino de la relectura. Sin detenerse en prejuicios que cercenen antes que gesten.

En el principio está la lectura. Posteriormente, la escritura. El escribir, bien o mal, puede ser entendido como una especie de impulso generado, a su vez, por la lectura misma. Las aspiraciones para alcanzar el nivel de escritor. Leer los libros publicados por otros. Sin dejar soslayados, obviamente, los libros personales del pasado.

En esa especie de "cierre de ciclo", por llamarlo de alguna manera, encontramos una hibridación aún más potente en conceptos: tormento, consuelo, distracción… Claro está, también, inspiración...