A mediados de los años 60,
las pruebas de acidez lanzadas por Ken Kesey y sus Merry Pranksters fueron el
centro candente de la revolución psicodélica. Una noche de 1966, Kesey y sus
seguidores encontraron una figura inverosímil en su medio: el elegante
periodista de Virginia, Tom Wolfe, quien
escribiría un libro acerca de Kesey y su órbita: The Electric Kool-Aid Acid Test, de 1968, se convirtió en el primer gran relato de la contracultura
de los años sesenta. Wolfe también ayudó
a redefinir el periodismo, gracias a un estilo rápido y ojos desorbitados
que puso a los lectores dentro de la acción.
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