domingo, 1 de julio de 2018

Cohen, el desconcertante


Leonard Cohen siempre fue desconcertante. En 1967, Judy Collins le pidió que tocara en el Ayuntamiento, en Nueva York, en un concierto contra la guerra de Vietnam. La idea era que haría su debut en el escenario cantando "Suzanne", una de sus primeras canciones que Collins había convertido en un éxito después de que se la cantara por teléfono.

"No puedo hacerlo, Judy", le dijo. "Me moriría de vergüenza".

Empero, Collins lo engatusó. Esa noche, desde los bastidores, pudo ver a Cohen: "sus piernas temblaban dentro de sus pantalones", estaba en problemas. Llegó a la mitad del primer verso y luego se detuvo y masculló una disculpa. "No puedo continuar", dijo, y se alejó hacia los bastidores.

Cohen apoyó su cabeza sobre el hombro de Collins mientras ella intentaba que respondiera a los alentadores gritos de la multitud. "No puedo hacerlo", dijo. "No puedo regresar".

"Pero lo harás", dijo Collins, y, finalmente, accedió. Salió, con la multitud vitoreando, y terminó de cantar "Suzanne"

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