Cuando el
grupo comenzó a ensamblar material para su nuevo álbum, The Edge se propuso componer
"la mejor canción en vivo de U2". Instalado en una habitación
vacía en la parte superior de su nuevo hogar igualmente vacío, Melbeach,
trabajó incansablemente con una máquina de 4 pistas hasta que completó un riff de guitarra difícil de manejar que
se convertiría en “Where the streets have no name”.
"Fue una
sensación extraña cuando terminé la mezcla, porque pensé que acababa de llegar
a la parte y canción más increíbles de mi vida, pero estaba totalmente solo en
una gran casa sin nadie con quien compartirla", señala.
"Recuerdo
haber escuchado el silencio total de la casa durante unos segundos después de
que la música se detuvo y luego bailé por la sala, dando puñetazos al
aire".
En declaraciones de 2008 con la revista Mojo,
el productor Daniel Lanois recuerda el
proceso de grabación para la canción. "Fue un poco un trabalenguas para la
sección rítmica, con barras extrañas que ponían a todos de mal humor. Recuerdo
que apuntaba a una pizarra y hacía que todo el mundo pasara los cambios, como un
profesor de ciencias".
Más complicado
aún fue el hecho de que la canción estaba lejos de estar completa. "The Edge tuvo el principio y el final,
pero no tenía la parte intermedia", dice el bajista Adam Clayton. "Así que pasaríamos horas interminables
averiguando los cambios de acordes para unir las dos partes".
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